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24 de noviembre de 2012

Nota Editorial por Fernando Cochi para Los Toldos es noticia

"38 años del Museo de Arte e Historia de General Viamonte"
Fernando Cocchi nació en Los Toldos, Bs. As. Es estudiante de Crítica de Arte en IUNA. Sus trabajos de investigación fueron destacados en Caras y Caretas, Revista rumbos, y Diario Crítica entre otros. Trabajó en la oficina de Prensa del Museo Nacional de Bellas Artes, en el Centro de Documentación del Centro Cultural Recoleta y fue encargado de la Galería de arte contemporáneo Isidro Miranda, en San Telmo. En la actualidad coordina un proyecto de revalidación y preservación del patrimonio histórico y cultural en la ciudad de Los Toldos
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El pasado 22 de noviembre se celebraron 38 años de la fundación del Museo de Arte e Historia de General Viamonte. La efeméride es una excelente excusa para indagar en qué anda nuestro Museo, qué le pasó en este tiempo y cómo fue ampliando su acervo.

Los antecedentes institucionales en el orden nacional comienzan en 1876, cuando se constituyó la Sociedad Estímulo de Bellas artes, que dio lugar a la Academia Nacional de Bellas Artes, luego al Museo Nacional de Bellas Artes y, posteriormente, al Salón Nacional de Bellas Artes. El parangón con la historia institucional de las Bellas Artes en Los Toldos arroja un dato clave: el proceso abordó regionalmente cada una de esas sendas. El primer paso se dio al constituirse el Centro Toldense, el 12 de septiembre de 1964, un cúmulo de vecinos radicados en la Ciudad de Buenos Aires que impulsaban actividades sociales y culturales en nuestra medio. Luego, en 1970, la agrupación realizó una exposición de pinturas en colaboración con el Municipio y la Sociedad Estímulo de Bellas Artes de Buenos Aires, que transfirió la necesidad de contar con un espacio de exhibición permanente. En noviembre de 1975, bajo un decreto del 8 de octubre de 1974, se inauguró finalmente el Museo de Arte e Historia de General Viamonte y al año siguiente la Escuela de Bellas Artes. Pronto aparecerían innumerables concursos que tendrían la valiosa intervención de jurados compuestos por los artistas más importantes del momento. Concursos de letras, de dibujo, pinturas, clases magistrales sobre arte moderno, escultura y otras manifestaciones.

El tridente Municipio – Comisión de Cultura de General Viamonte – Centro Toldense, fue el encargado de llevar adelante esta empresa que había visto luz embrionaria el 19 de septiembre de 1970 en la cede del Club Social, durante la exposición que fue impulsada por el Centro Toldense y que contó con la apertura de Amadeo Dell Acqua, por entonces presidente de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, crítico y artista. Las obras exhibidas pertenecieron a Roberto Bertolotto, Enrique Gaimari, y los escultores Francisco Reyes y Carlos Alberto Giuffra. Esta muestra resulta clave por varios motivos. Por un lado fue una de las primeras actividades organizadas por la agrupación Centro Toldense y por otro, se establecieron las bases y la proyección hacia la creación del Museo y, sobre todo, se generaron lazos y tramas con artistas consagrados, otras instituciones y críticos de arte que servirían posteriormente al desarrollo de la Escuela de Bellas Artes. Sin embargo, no fue la primera exposición en la ciudad. El 6 de agosto de 1950, en la sala del Concejo Deliberante, que funcionaba en el primer piso de la SociedadEspañola de Socorros Mutuos, Antonio Magliano (Alberti 1886 – Los Toldos 1967) inauguró su primera exposición individual. La muestra contó con 46 obras, de las cuales, Visión de San Martín, el tiempo y la historia, fue la primera adquisición que realizara el Municipio.

Empero, debemos reparar que las actividades relacionadas a las artes, las exposiciones, el interés comunal y municipal asomaba ya en los primeros años de la consolidación de la Ciudad. Hacia 1928 el diario General Viamonte ofrecía al lector una guía de las oficinas públicas que conformaban el aparato municipal. La Oficina de Sociedad, Arte y Cultura, dedicaba mayoritariamente sus actividades a la expresión teatral, las funciones cinematográficas y los espectáculos musicales. Divulgaba y era productora de los programas donde la realización y exhibición era prolífera y contaba con un gran número de espacios donde desarrollarse: La sala Cinema Rivadavia, en el antiguo Asilo de Huérfanos; el Cine Teatro Italiano; el Cine Teatro Español y en menos oportunidades, la sala de Teatro que tenía el Centro Socialista.  Por el contrario, las artes plásticas, aún lejos de formar parte de las inquietudes sociales e institucionales, permanecían subyugadas o inadvertidas dentro de la comunidad. Sin embargo, un artículo periodístico de julio de 1924 presentaba: “Antonio Magliano, nuestro buen amigo que más de una vez a puesto de relieve sus excelentes cualidades artísticas de maestro del pincel, está llevando a cabo una maravillosa obra en la parte interior del edificio de la Sociedad Española ocupado por nuestra Intendencia. Obra primorosa que Magliano lleva a cabo con el mayor cuidado y que ha de quedar terminada antes de la fecha patria. Nuestros plácemes a Magliano por su bella obra y a los que encargaron tan primoroso trabajo”.

Uno de los protagonistas más influyentes durante la inauguración de la muestra de 1970 en las cede del Club Social de General Viamonte y posterior proceso de creación del Museo, fue  Roberto Leopoldo Bertolotto. Bertolotto era contador, pintor y grabador. Fue presidente de la Federación Argentinade Entidades Artistas Plásticos e integró  la comisión de la Asociación Estímulo de Bellas Artes de Capital Federal en el año 1975. Expuso 5 veces en el Salón Nacional y repetidamente en Salones Municipales y Provinciales. En agosto de 1975, durante los festejos por el 67º aniversario de la autonomía de General Viamonte, el periódico El Municipio publicaba una nota solicitada por el Centro Toldense pero firmada por Roberto Bertolotto. El artículo llamado“Consideraciones sobre prioridades y cultura general”  hacía hincapié sobre el estado de la cultura en Los Toldos y proponía una serie de observaciones a la hora de establecer procedencias en materia de educación y cultura. Claramente el artículo es una  referencia al decreto sancionado el año anterior promulgando la ordenanza de creación del Museo. Posiblemente, para entonces, el Museo no marchaba y aún resultaba dificultoso conferirse en el desarrollo de la actividad y disponer de partidas presupuestarias para proporcionar los insumos necesarios y las documentaciones pertinentes. Bertolotto se explayaba advirtiendo la gravedad de establecer prioridades en materias que no tienen como objetivo la educación y el fomento de la cultura en la comunidad, señalando las desventajas que causarían decisiones que “apelaran en primer término a lo utilitario, a lo más rentable a corto plazo” porque de esa manera “se posponen o menosprecian fases que harán al progreso de la cultura general” y donde casi siempre “se habrá cometido un error”.   Resultan visionarias estas afirmaciones teniendo en cuenta que hasta mediados de 1980 el museo creció considerablemente su patrimonio, las exhibiciones y programas culturales fueron fructuosos y con afluencias de notables personalidades. Pero ya en los años 1990 sufrió un estado de reposo que incluyó el traslado de la sede, hasta apostarse definitivamente en un espacio de la Terminal de Ómnibus.

En este sentido, el crecimiento de su acervo estuvo ligado fuertemente a la ayuda brindad por la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y el Fondo Nacional de Bellas Artes. Entre las primeros donantes se encuentran Abel de La Torre, Nelly Tartaglini, Mercedes J. Beverina, Jorge Carlos Schilling, Teodoro Andrés Lane, Clara del Campo Wilson de Rodríguez Egaña, Araceli teresa Sanz, entre otros. Los primeros fondos documentales fueron formados a partir de un gran número de obras de artistas consagrados con primeros premios nacionales, correspondencias del General José de San Martín y Bernardo O´Higgins, tomos sobre Las campañas de los ejércitos libertadores de 1838-1852,  prendas y atributos de miembros de las Fuerzas Armadas, compendios sobre temas navales, diarios de las Sesiones de la Cámara de Diputados y Senadores, entre otros documentos. Lo cierto es que se consolidó un acervo que no tuvo como principales componentes hechos relevantes sobre la historia local. Sin embargo, con el paso del tiempo fueron sumándose a la colección los archivos personales de los principales fotógrafos de Los Toldos como Doroteo Martínez, Elsy “Chiquita” Miranda, Luis Martínez y Hever “bolita” Ruquet. También se consolidó una hemeroteca local con ejemplares de los periódicos RenovaciónGeneral ViamonteAcciónEl MunicipioLa idea e Impacto, que aún circula y a comienzo de los años 1980 se recibió en donación una gran cantidad de obras de Antonio Magliano, muralista, pintor y creador del escudo de General Viamonte.

Entre los primeros artistas en conformar el patrimonio del Museo se destacan las figuras de Juan Borzone, Luis Bautista Caputo  Demarco, Juan José Cartaso, Luis Augusto Chereun, Enrique  Gaimari y Francisco Reyes. Pero principalmente las obras de Vito Campanella, Benito Quinquela Martín, Juan del Prete, Leo Vinci y Juan Batlle Planas, artistas fundamentales en la historia del arte argentino. La gran mayoría de estas obras fueron adquiridas por gestión del Centro Toldense en conjunto con los representantes del Fondo Nacional de Bellas Artes y la Sociedad Estímulo de Bellas Artes.

Se forma un acervo histórico y artístico mediante la donación, la adquisición, la revalorización y la apropiación de determinados aspectos del pasado y del presente. En el Museo de Arte e Historia de General Viamonte se reunieron donaciones particulares y por gestión del Centro Toldense. El primer conjunto  de obras acumuladas, es una referencia exclusivamente al hecho de acometerse entre el regodeo de la apreciación artística y predisponer de esos valores para acrecentar un patrimonio en construcción. El museo fue creciendo, como modificando su espacio físico, a la vez que acumulaba obras y objetos. Sin embargo, comprender la institución como espacio de comunicación es casi imposible. El patrimonio se acumula, se renueva, se pone en valor continuamente. Pero es preciso plantear lineamientos  de lo que se atesora y parámetros sobre la forma en que se lo exhibe.

Durante los últimos años asistimos a un debate que pretende resolver cuestiones tales como ¿para qué sirve un Museo? o ¿qué tiene para ofrecer? Preguntas afines que no arriesgan respuestas y muchos menos, nuevos postulados. En principio, los especialistas se preguntan para qué sirve un museo, sin determinar  de qué museo se habla. Establecer el objeto de estudio predispone el análisis de otra forma y sobre otros lineamientos. Sigue siendo ridícula la pregunta para qué, sin antes preguntarse el qué o el dónde. Existen infinidad de tipos de Museos, y para ellos, infinidad de públicos. El gesto de construcción de una institución museística representa el mayor raudal de información para emprender un estudio del orden fenomenológico. La trama histórica, económica y social en la que es fundado un Museo, las condiciones en que construye su acervo, los actores y gestores de dicha empresa y el devenir histórico en el desarrollo de la vida social de una comunidad presentan un corpus de informaciones fundamentales para el análisis. El paradigma en la actualidad impone la necesidad de discutir los contenidos que se ofrecen y el rol social que ocupan los Museos en las comunidades. Así la tendencia es la de fomentar políticas de investigación, catalogación y circulación que permitan, no sólo aglutinar simbólicamente a los sujetos sociales, fundamentalmente consolida herramientas capaces de manifestar la reproducción social de las diferencias que es, en definitiva, lograr más espacio y mayor participación de la comunidad entorno a la cultura.

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