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14 de enero de 2015

A un año del trasplante que lo salvó, quiso conocer a las autoridades de IOMA “Llevar una vida saludable me ayudó a sobrellevar la crisis”

Gustavo Reinoso vive en 9 de Julio y el 21 de diciembre de 2013 recibió un corazón tras pasar un mes en coma. En tratamiento, pero repuesto, se reunió con el presidente y el director General de Prestaciones de la obra social que le garantizó cobertura total de la práctica

La historia de Gustavo Reinoso (45) tuvo un capítulo clave el 21 de diciembre de 2013, cuando después de sortear lo que pudo ser el epílogo transformó a esa fecha en el umbral de un comienzo nuevo. Fue ese día cuando este hombre que nació en Rosario y se instaló en 9 de Julio (por esas cosas del amor) recibió un trasplante de corazón tras pasar un mes en coma y estar primero en la lista de emergencia nacional.

“Tengo un corazón entrerriano”, apunta Gustavo, ex futbolista, actual director técnico y  empleado de la municipalidad de 9 de Julio, al que le gusta decir que el trasplante es “el máximo acto de solidaridad, pero también una carga de responsabilidad” que implica rendir en cada acto de la vida “un honor a mi donante”.

A casi un año del primer aniversario del “antes y el después”, Reinoso viajó a La Plata junto con la mayor de sus tres hijos para conocer al presidente de IOMA, Antonio La Scaleia y al director general de Prestaciones Nicolás Vitale, cuya área diligenció todos los trámites para garantizar la cobertura total de la intervención.

“El objetivo era agradecerles personalmente”, explicó Gustavo en la charla que

mantuvo con esos directivos, destacando que “IOMA se comprometió con mi caso”, lo que permitió que “tengamos la contención económica lógica que requieren estos tratamientos médicos, pero también la más importante que es la afectiva y la emocional”.

La Scaleia celebró el encuentro con Reinoso y su hija, dando cuenta de que reflejan el “espíritu y sentido solidario de una obra social que abraza y contiene a sus afiliados aún en los momentos más difíciles como son la necesidad de un trasplante y su tratamiento”, en sintonía con los lineamientos de la gestión de Daniel Scioli al frente de la Provincia.

Reinoso recordó que la detección de su problema fue “muy imprevista”, ya que “en noviembre del año pasado empecé a tener una insuficiencia respiratoria, me la trataron y en 4 o 5 días desencadenó en que por una malformación congénita de funcionamiento de una válvula del corazón la única solución fuera un trasplante”.  

Futbolista durante muchos años, Reinoso mantenía “una vida deportiva y un estilo de vida saludable”, cuenta, “y eso fue el soporte físico que me permitió esperar a la llegada del órgano y hoy esté hablando con ustedes”. Entre el diagnóstico y la operación transcurrieron 27 días, lapso “en el que estuve inducido al coma. El 21 de diciembre me hicieron el trasplante en el hospital Universitario Austral”, detalla Gustavo.

Para él, su entorno y la comunidad de 9 de Julio que se conmovió con la historia, “todos esos días fueron muy movilizadores”, porque “más allá de lo imprevisto de esta situación de salud, tuvimos que trasladarnos. Se desajusta y desacomoda la vida familiar, pero hay muchas facetas que nos ayudaron”, asegura, en referencia a “la solidaridad de la gente de nuestra ciudad, la idoneidad profesional y la presencia del Estado a través de IOMA”.

A la hora de los agradecimientos Reinoso reconoce a  “los médicos, las enfermeras, la gente de Administración y las diferentes oficinas de la obra social con las que tuvimos que estar en contacto por los trámites. Todos se portaron excelente”.

Recordando aquellos días duros, Reinoso asegura que “llegué en un estado muy crítico y tras el trasplante y la rehabilitación tuve que aprender a respirar de nuevo. No caminaba, no hablaba. Y es difícil, porque estás sano y de repente te despertás de un coma y te encontrás de esa manera”, explica, sin pasar por alto que lo ayudaron “el acompañamiento de la familia, la contención profesional y la evolución que los médicos iban marcando”.

Gustavo y su familia volvieron a 9 de julio el 7 de febrero de este año, aunque el tratamiento continúa, porque –aclara- “hay controles que hacer y los trasplantados nunca tenemos el alta”. Mientras dice esto suena la alarma del celular recordándole que es hora de tomar  una de las “medicaciones permanentes que me prescribieron”, dice.

Reinoso también remarca la calidad del Austral: “Yo decía que era Suiza, pero lo corregí. Ahora digo que por suerte es Argentina, con un servicio médico de alta complejidad y nivel internacional”.

Más allá de lo trascendental de la intervención, la vida de Gustavo y los suyos no se alteró demasiado. Eso sí, comenta, “hay que tener mayores cuidados en lo que tiene que ver con las infecciones o las gripes en el invierno, porque la inmunosupresión te deja proclive a un montón de otras enfermedades o efectos secundarios y hay que aprender a convivir con eso”.

“Tampoco cambió demasiado mi cabeza, ni se alteró nuestra escala de valores”, revela,  “siempre le dimos un espacio a la familia y a las amistades”. Como director técnico de fútbol que trabaja en divisiones inferiores y está en contacto  permanente con chicos, Reinoso explica que “trato de difundir el mensaje de que disfruten el hoy y hagan una vida saludable, ya que eso permitió que en un momento crítico pudiera sobrellevarlo. No hay que cuidarse sólo para estar bien, sino para cuando no estés tan bien”, concluye.

Para el presidente de IOMA resulta clave “la cobertura total que garantiza la obra social para este tipo de prácticas, más allá de los tratamientos de alto costo que implican, porque es algo ínfimo si se la compara con la salud recuperada  de Gustavo y la tranquilidad de su familia”.

IOMA brinda el cien por ciento de cobertura para el total de las prestaciones en  materia de trasplantes (pretrasplante, trasplante, postraplante y medicación de por vida).

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