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3 de noviembre de 2014

YAMIL AVILA: ''¿Hiperconectados o desconectados?'', para Los Toldos es noticia

En los últimos años, uno de los aspectos característicos que podemos observar en nuestra sociedad, es cómo niños y adultos, por distintos motivos (porque nacieron con el mouse bajo el brazo, o por necesidades de adaptación a una sociedad donde impera la tecnología) se ven envueltos en una dinámica virtual permanente. Hoy en día estamos conectados unos con otros más que nunca en la historia humana: las redes sociales, los servicios de mensajería instantánea, los correos electrónicos y los teléfonos inteligentes, entre otros dispositivos, nos vuelven seres hiper-conectados virtualmente...

De hecho, teniendo en cuenta la forma en que facilita algunas cuestiones, no resulta raro que la gran mayoría de nosotros desee adaptarse a las nuevas tecnologías rápidamente. Beneficios como el alcance inmediato a diversas fuentes de información, alcance al conocimiento científico, facilidad para la comunicación entre dos o más personas que no comparten un mismo lugar físico, mayor autonomía e independencia de personas con alguna discapacidad, estimulación de la coordinación óculo-manual, favorecimiento de la capacidad reflexiva, acceso a multitud de servicios de entretenimiento como juegos, música, etc.  Además, muchos de ellos pueden ser funcionales a la educación formal, solo falta mayor capacitación docente en este respecto y adaptaciones de los contenidos para ser abordados con estos artefactos que tanto captan el interés de los más chicos.

Sin duda, la percepción que se tenga de los diferentes dispositivos tecnológicos que nos rodean diariamente dependerá de la utilidad que le atribuyamos. Este avance nos expone a tantos beneficios como riesgos: riesgo de aislamiento, pérdida de noción del tiempo real, facilidad de acceso a información falsa o perjudicial, tendencia al consumismo, problemas físicos relacionado a la fatiga o disminución visual, alteraciones en los ritmos de sueño y vigilia, sedentarismo, incomunicación.

En esto último es donde quiero centrarme. Puede verse que los teléfonos celulares y la computadora, son dos de los artefactos que mayor alcance obtuvieron en la última década. La mayor parte de la sociedad, tiene acceso al menos a uno de ellos. Una postal que se nos presenta diariamente, es un grupo de amigos, o de alumnos, o hasta una familia, reunidos en un bar, en el aula o en el hogar, cada uno conectado y atento a su propia pantalla (teléfono celular, pc, tableta, o cualquier otro dispositivo). Frente a eso, podemos deducir que esas personas están conectadas a algo más (mandando mensajes, chateando, leyendo un libro, etc), pero también podemos verlo desde otro lugar. Esas personas, entre sí, no se están comunicando. Y lo grave de la situación, es que la mayor parte del día transcurre de la misma manera, no es sólo en el horario del almuerzo, o en la tarde; durante todo el día, la pantalla es lo que ven y lo que quieren ver haya algo o no, no importa. Se ha perdido fuertemente el valor que tiene la comunicación interpersonal, cara a cara, a los ojos.

Para conectarse verdaderamente se necesita presencia y un estado de total conciencia en lo que está ocurriendo.  Mirar a la otra persona a los ojos y leer sus emociones a través del lenguaje corporal es parte de lo que nos humaniza.  De la misma manera que los músculos de nuestro cuerpo se atrofian si transcurre demasiado tiempo sin ejercitarlos;  si  nuestros cerebros nos son ejercitados en el contacto (cara a cara) de manera frecuente, nuestras habilidades para establecer un contacto humano significativo pueden ser disminuidas. Y quizás sea un tanto extremista plantearlo de esta manera, pero creo es el camino que mas de uno está eligiendo. Anteponer la virtualidad por encima de la realidad, sin importar el momento ni el lugar, sin importar la persona a la que tengo enfrente, sin importar si es mi padre, mi amigo, mi profesor, o quien sea.

Parece que hoy en día tiene mas sentido compartir tu enojo en un tweet que hablar sobre tu enojo cara a cara con quien corresponde; vale más disfrutar de la gente que comenta tu foto con amigos en Facebook que disfrutar de ese momento de reunión; vale más el 'me gusta' que una sonrisa de aceptación, o que un abrazo, o que un 'te felicito'.

No es un tema que sólo compete a los más chicos, muchas personas de todas las edades están perdiendo grandes momentos de su vida por atender sólo a la virtualidad, muchas personas están dejando que sus relaciones y vínculos se debiliten por no saber entablar un dialogo cara a cara. La tecnología tiene infinidad de utilidades, muy beneficiosas para la calidad de vida, el estudio, el ocio, la recreación, el saber; pero así como en todo, los excesos no son buenos, porque pueden llevarnos a la necesidad intensa permanente de tales objetos, y hasta a la adicción. Creo importante pensar en esto, no dejemos de disfrutar de las situaciones más sencillas, aquellas que nos hacen realmente bien y nos brindan a veces esa cuota de humanidad que tanta falta hace: una cena en familia, una charla con amigos o una sonrisa con un desconocido, sin pantallas, sin 3G pero cara a cara.

 

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