Mario Oscar Martínez, “Marito”, acaba de abrir su nuevo local ubicado en un espacio continuo a su hogar, en calle Tapera de Díaz 215, de nuestra ciudad. Allí, brinda los servicios de siempre y es a donde convoca a sus clientes y amigos a darse una vueltita para conocer las instalaciones y continuar trabajando en los rodados de todo tipo de vehículos.

La gomería se inició hace 90 años de manos de su padre, y desde su infancia, Mario se dedicó a este oficio. “Desde chiquito ando en esto, en los momentos libres me dedicaba, cuando volvía de la escuela. Y luego yo no seguí estudiando para dedicarme a esto”.

Hoy, la gomería continúa su actividad a cargo de Mario y de su hermana, Mirta Lucia Martínez, en su nueva dirección luego de lo que él llama “un traslado medio rápido”, dejando aquel tradicional inmueble que hoy pertenece a la famiia Basile. Pero finalmente, “aquí estoy en mi lugar”, resume Mario.

El nuevo espacio requirió de la construcción de paredes laterales y techo nuevo, y en estos días se encuentra ultimando detalles como la instalación de la máquina desarmadora de cubiertas en la vereda, y a punto de realizar inversiones de otra herramienta para el tratamiento de camionetas.

“Estamos brindando los servicios de siempre. Despacito y de apoco los vamos acomodando”, asegura optimista. 

En la charla que mantuvimos para conocer las nuevas instalaciones no faltó referencias directas al automovilismo, y su eterno amor por la marca Ford. De hecho, queda pendiente para la primavera una vuelta en el grandioso Ford Falcón rojo modelo 1966 con 116.000 km. reales realizados en algunos viajes, “como Córdoba o circuitos chicos”. Una nave que “no conoce el barro ni la lluvia”.

“No hay otra marca que Ford”, asegura.

Y si de Ford se habla, imposible no recordar junto a Mario a los hermanos Oscar y Juan Gálvez, sus ídolos. “También me gustaban mucho los hermanos Emiliozzi con ese Ford que caminaba y no  agarraba nadie. El Guri también, aunque falló bastante, no ha sido un corredor parejo como los otros que sí ganaban seguro”.

Mario tuvo oportunidad de compartir momentos con los hermanos Gálvez, próceres del automovilismo nacional, habiéndolos visitado en varias ocasiones en sus ámbitos familiares. “Porque a papá le gustaba mucho, y se hicieron amigos. Con Oscar Gálvez nos hemos visitado varias veces. Oscar era más loco, y Juan era  más retirado, se apartaba para escuchar los motores, tenía otro temperamento”.

En definitiva, “esto es lo que me gusta”, asegura Mario.